Cuesta imaginar un mejor momento para ir al cine. Esa noche el clima era ideal, el intenso frío que la calle prometía obligaba a dar la espalda a la puerta y a observar, todo lo que se pudiera, el inmenso espacio y la decoración que ofrece habitualmente el shopping del Abasto.
Desde el día 8 al 20 de abril de 2008, el lugar se convierte en una de las sedes del Festival internacional de cine independiente organizado por el Ministerio de Cultura del Gobierno de
Lo primero que llama la atención es la predominancia en el lugar de un público joven, cuyas edades abarcan desde los
Esto me llevó a meditar acerca de los motivos por los cuales estas personas asisten a este tipo de festivales, y noté que la mayor parte de los asistentes van de a dos o en grupo, y en mi caso particular y de estas chicas que acababa de escuchar, asisten gracias a recomendaciones de amigos o compañeros de estudio.
Pasado un rato sin observar nada que me llamara la atención, apareció una de las pocas asistentes que romperían con la ya habitual vista de jóvenes: una señora mayor, de largo cabello blanco sujeto en una trenza perfecta, leía atentamente la revista de distribución gratuita que se publicaba comentando cada día del festival. Su quietud y concentración contrastaban con el constante movimiento de las demás personas, que deambulaban esperando a sus acompañantes o hablando por celular. Una pareja de ancianos pasó por su lado y de repente mi atención cayó sobre ellos; constituían el segundo caso que se diferenciaba del público joven y caminaban del brazo lentamente, riendo.
Unos diez minutos después, y con las preguntas que había elaborado en mi cabeza, me acerqué a una chica y empezamos a conversar.
Romina tiene 21 años y hace dos que asiste al BAFICI. Me contó que su preferencia son los documentales, específicamente los que tienen como temática alguna relación con el mundo de la música. En el año 2007 vio el llamado “Punk’s not dead”, dirigido por Susan Dynner y que repasa los treinta años del movimiento punk. La elección de Romina se debe a que ella misma hace música, por lo que en esos eventos tiene la oportunidad de observar de manera crítica.
Este año 2008, en el BAFICI número diez, tuvo la oportunidad de disfrutar del documental sobre Glastonbury, de Julien Temple, que narra acerca del famoso Festival de música pop-rock en el que estuvieron presentes bandas como Coldplay, Oasis, Morrisey, Pulp, artistas como Björk, entre otros.
Antes de irse hablamos acerca del tipo de personas que asisten a lugares como el festival de cine independiente, y me comentó: “Hay mucha juventud, mucho pseudos hippie y también pseudos yuppies”. Agradecí su buena disposición y me despedí, justo cuando llegó el momento de entrar a ver la película que había elegido, “Interkosmos”, del director norteamericano Jim Finn.
Presentado en entrevistas como “un estadounidense que hace falsos documentales centrados en la izquierda planetaria”, lo que me dejó la obra de este director fue admiración por la manera en que aprovechó pequeños recursos para expresar algo importante como es su opinión acerca de
Interrumpido por un breve corte de luz en la mitad de la película, mi momento en el BAFICI fue muy agradable, distinto; hasta tal punto de que llegué a plantearme asistir en las próximas ediciones. Seguramente será con más tiempo y armada con una grilla y obras ya seleccionadas con anterioridad, plan que es muy frecuente entre los asistentes más antiguos del Festival.